miércoles, 16 de diciembre de 2009

Una historia con final

Cuando llegó a la puerta de su casa, Clara aún no se creía que hubiera conseguido llegar a su hogar desde tan lejos. Aunque tampoco se podía explicar ni como ni porque había ido a para a aquella nave industrial.

Clara iba al parque con sus padres como todas las mañanas de aquel verano. Le gustaba mucho el parque, era muy colorido, y allí como siempre estarían sus amigos. Pero aquella mañana Clara notó algo, un asensación extraña de camino al parque, pero no le dio importancia. Entonces poco antes de llagar a su parque se fijó en que una furgoneta negra aparcó al lado de ella y sus padres; del vehículo bajaron dos hombres encapuchados, que cogiereon a Clara, arrancándola de las manos de sus padres y la metieron en la furgoneta. Una vez dentro y con el vehículo en marcha, maniataron a la pequeña y le taparon la boca con esparadrapo. Clara no sabía lo que pasaba, ni a donde la lleveban, ni quiénes eran esos hombres, solo sabía que aquello no era bueno y que aparte de las dos personas que la cogieron había otra conduciendo. A pesar de que era aun pequeña, Clara no llegó a llorar, hasta que de repente la furgoneta paró, las puertas de atrás se abrieron y los dos hombres bajaron a la niña, quien por fin vio donde estaba: se encontraba en una nave industrial de las afueras. Dentro de la nave, los de la furgoneta ordenaron a otro hombre que lleveba a Clara a una habitaci0ón de dentro.

Se quedó dentro varias horas pensando en que era lo que pasaba, en aquelos hombres, ¿por qué no la habían dejado ir al parque? Se escuchaba gente de fuera hablando y hasta sonaba un teléfono de vez en cuando. En la habitación no había nada, estaba diáfana, solo había una pequeñísima ventana a la que la niña no llegaba y la puerta... Clara se fijó en la puerta y vio que tenía una cerradura entonces fue a mirar por ella: veía la furgoneta negra y gente al fondo y más cerca al hombre que la llevó a la habitación y se preguntó si había estado tanto tiempo allí como ella en la habitación. Y se atrevió a decir:
-Señor ¡Señor!-. El hombre miró hacia la puerta y dijo:
-¿Que quieres?-
-Necesito ir al baño-. Contestó Clara. Sin decir nada el señor se acercó a la puerta y abrió y entonces agarró a la pequeña del hombro y la llevó al baño. De camino Clara dijo:
-¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué me habeis metido en ese cuarto?-
-Si pagan y tú te portas bien, saldrás de aquí, sino...-. La niña no entendió que quería decir pero siguió andando hacia el baño. Ya en el baño Clara se fijó en una ventana que había encima del báter lo suficientemente grande para pasar y no se lo pensó dos veces, trepó y consiguió salir por la ventana y saltar al luelo, entonces echó a correr. Pero en ese momento el hombre, que no se había percatado de que había ventanas los baños se asomó por la ventana y vio a Clara correr pero no hizo nada, simplemente la dejó huir.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Me gusta/ no me gusta

Me gusta escuchar un estadio de fútbol rugiendo, ver la Luna cuando está llena y el tacto que produce mi abrigo sobre la piel de mi mano. Me gusta el olor a palomitas del cine, el sonido de una sirena, el pan recién hecho, cuando vas por la calle y huele a barabacoa, ver gente riéndose y en general me gusta el sábado. También me gusta andar en calcetines por mi casa y que el suelo esté frío, y escuchar buena MÚSICA tumbado en mi cama.

No me gusta el tacto de cualquier tela, el olor a pescado de las pescaderías y el de carne de las carnicerías, el sonido de mi ordenador cuando carga, tener que separa la cebolla de una ensalada porque no me gusta, el tono de voz de mi madre, las paradas de autobús, el sonido de las motos por las noches. Y no es que no me guste, es que odio a los vendedores por teléfono.