miércoles, 21 de abril de 2010

Noticia

EL VOLCÁN EYJAFJALLAJÖKULL PARALIZA EL TRÁFICO AÉREO EUROPEO.



El pasado miércoles, tras su entrada en erupción a primeros de abril, el volcán Eyjafjallajökull, al sur de Islandia, liberó una tremenda catidad de humo y cenizas, provocando allí inundaciones por el deshielo de glaciares próximos y la precipitación de ceniza y otros materiales volcánicos, y en Europa el caos aéreo por la propia nube de ceniza, que ya se extiende por el continente.



Los islandeses ya están acostumbrados a los volcanes y a sus erupciones, pero nada que ver con lo que ocurrió el miércoles, a tan solo 125 km. de Reykjavic, la capital; y es que ese mismo día después de un mes de actividad, expulsó una columna de 11 km. de altura, que hoy día sigue emitiendo con algo menos de intensidad y que los vientos la han extendido y arrastrado por casi toda Europa y parte ya de Asia. A primera vista nada demasiado grave, ya que los problemas de salud que pudiera implicar, según la OMS, no serían graves. El principal problema es que la ceniza que arrastra la nube puede dañar los motores de los aviones, por lo que el tráfico aéreo se encuentra restringido: miles de vuelos cancelados en toda Europa, aeropuertos colapsados y personas atrapadas en países que buscan alternativas por mar y tierra para regresar a casa. Además a nivel nacional, en Islandia, el volcán ha derretido el glaciar con el mismo nombre y otros cercanos , provocando inundaciones en el sur del país con más de mil evacuados y la nube ha hecho que se produzcan precipitaciones de ceniza.


Las previsiones son alentadores, ya que se detecta una disminución progresiva de la actividad del volcán, que ahora expulsa más lava y menos ceniza. Además ya se está abriendo de nuevo el espacio aéreo europeo poco a poco, atendiendo a tres zonas según la concentración de ceniza; por lo que en unas semanas se podría recuperar la normalidad.


Esta catástrofe ya es la mayor de la historia de la aviación, por delante del 11-s, en cuanto a vuelos cancelados y pérdidas de las aerolíneas. Y es que quien te diría que un volcán a varios miles de kilómetros no te iba a dejar volar.